Empezar a controlar los dientes de los más pequeños desde sus inicios es importante para empezar a prevenir ciertas alteraciones como las caries de “biberón”, problemas en el crecimiento de los dientes u otras anomalías propias de la aparición de los primeros dientes.

Más a largo plazo, estas revisiones pueden prevenir también otros problemas dentales que aparecerán con el paso del tiempo. Tales como: mala posición de los dientes, problemas en el paladar, bruxismo, etc.

La respuesta es “depende”. La mayoría de las veces el diente permanente que se está formando “detrás” del diente de leche que sustituirá, consume la raíz de éste debilitándolo. De ahí que el diente de leche “se afloje” y se comience a mover. En estos casos, es recomendable esperar a que el diente caiga por sí mismo y no es necesario acudir al dentista.

En cambio, otras veces el diente temporal se forma en una posición distinta a la de leche y esto imposibilita que se consuma la raíz de éste. En estos casos, el diente de leche no se debilita y por tanto será necesario llevar al niño al dentista para realizar su exodoncia.

• En caso de bebés de hasta 1 año de vida, es recomendable lavarles encías y dientes una vez al día utilizando un dedal de silicona específico para esta función o una gasa húmeda con agua.
• A partir de los 2 años, se pueden empezar a utilizar cepillos de dientes con cabezal pequeño y pastas dentífricas con flúor (de hasta 1000 ppm).
• A partir de los 6 años los niños ya pueden lavarse los dientes sin ayuda y pueden utilizar pastas dentífricas que contengan más flúor (hasta 1.450ppp).
• Es importante imponer una rutina diaria sobre esta práctica. Los niños aprenden por imitación y, por tanto, es recomendable llevar a cabo esta rutina padres e hijos de forma conjunta. De esta manera, los niños cogerán el hábito y aprenderán la técnica correctamente de sus padres.